(Caracas, 11.04.2018. Civilis DDHH). Alejandro Álvarez Iragorry es coordinador de la Coalición Clima 21. Además de ser biólogo de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela (UCV) hizo un doctorado en Ciencias, mención Ecología, en esa misma universidad. Desde hace décadas, Alejandro asumió el activismo y la pedagogía como factores entrelazados en su trabajo, sobre todo en lo relativo a los derechos humanos ambientales, la educación ambiental y el fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil vinculadas al movimiento ambientalista.
¿A qué se dedica Alejandro Álvarez Iragorry actualmente?
Trabajamos principalmente en tres áreas:
La primera de ella, y la que hemos realizado con más fuerza, es la concientización de los derechos ambientales de los venezolanos y las violaciones a esos derechos. Esta acción la realizamos a través de varias estrategias. La principal es la capacitación de organizaciones ambientales para que incorporen el enfoque derechos a su trabajo. Asimismo, hacemos charlas y presentaciones en diferentes contextos institucionales, mantenemos el tema en redes sociales y hemos realizado algunas campañas a través de estos medios.
La segunda acción, en que estamos comenzando a trabajar, es la documentación de derechos ambientales. En ese tema estamos comenzando a recopilar información sobre la violación de derechos ambientales producto de la minería en la región de Guayana. Este trabajo, si logramos culminarlo, espera tener como producto un informe de evaluación sobre este tema.
Y la tercera acción, es la formación de organizaciones ambientales para fortalecer sus capacidades de comunicación relacionadas con derechos ambientales. En tal sentido, recientemente, en alianza con la Fundación Tierra Viva y con el apoyo de Civilis DDHH realizamos un taller sobre técnicas básicas de comunicación de derechos ambientales.
¿Qué nos puedes contar sobre los retos de esta labor?
La situación ambiental en Venezuela es muy grave, presentando afectaciones en todos los espacios territoriales, temas y servicios ambientales los cuales representan, a su vez, graves violaciones a derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida, a la salud, al trabajo y otros. Una breve descripción cualitativa de la situación ambiental del país incluye los siguientes aspectos:
- Un saqueo masivo y continuado de los recursos naturales y territorios. Con afectaciones graves en los casos del Arco Minero del Orinoco; la presencia de minería, deforestación y usos ilegales en Áreas Naturales Protegidas, degradación criminal por minería y deforestación y agricultura en cuencas hídricas críticas, bosques, zonas costeras, ecosistemas acuáticos, entre otros temas.
- Grave crisis de servicios ambientales. Siendo muy preocupante en los temas de agua y recolección de desechos sólidos. En el tema de agua, actualmente se sufre racionamientos importantes, en algunos casos criminal, en el estado Falcón, Carabobo, norte del estado Bolívar y otras localidades. Por otra parte, el agua parece no cumplir con los mínimos de calidad para ser considerada potable. No existe información precisa al respecto, porque una decisión de un tribunal impide divulgar información sobre la calidad del agua sin autorización oficial. Asimismo, parece haberse perdido la capacidad técnica y gobernanza necesaria para asegurar la disposición final de los desechos sólidos. Por otra parte, la información disponible parece indicar que no se está realizando ninguna actividad para el saneamiento y recuperación de las aguas de desecho.
- Declinación de la biodiversidad. Aunque hay pocos datos accesibles, actualizados y fidedignos, se conoce que Venezuela tiene una de las tasas de deforestación más altas del continente. Existe información sobre el hecho que Venezuela es el único país en la cuenca amazónica donde las tasas de deforestación se duplicaron en la última década. Se ha producido una declinación importante en la producción pesquera tanto marina como continental. Existe evidencia, aún anecdótica y testimonial, de que la población más pobre está recurriendo a la explotación sin control de organismos biológicos, tanto para consumo como alimento, como en el caso de los componentes arbóreos para su uso como leña. El gobierno cada vez tiene menos capacidad técnica, operativa, financiera e incluso en algunos casos ética para el manejo y conservación de las áreas naturales que tienen medidas de protección legal (ABRAE) por lo que las mismas están siendo sometidas a una progresiva degradación, producto de la explotación de sus recursos y espacios, manejo inadecuado, prácticas incompatibles con sus objetivos de creación, menoscabo de los procedimientos para el control de actividades ilícitas y contingencias, conflictos sociales o simple abandono.
- Ausencia de información sobre la situación de la contaminación. Existe información de la existencia de altos niveles de contaminación por mercurio en zonas mineras del estado Bolívar, incluyendo poblaciones indígenas. Pero existe muy poca información disponible sobre la extensión e intensidad de la contaminación, población expuesta, población afectada, efectos patológicos existentes, ni medidas de prevención y atención a los afectados. Tampoco sobre los efectos ambientales de los mismos. Se tiene conocimiento sobre población afectada por contaminación por plomo, pero igualmente no hay información sobre ningún aspecto ambiental o médico de la misma. Desde hace muchos años no hay información pública sobre calidad del aire, del agua, presencia de contaminantes en alimentos y otros aspectos relacionados.
- Pérdida de la capacidad de planificación ambiental. El Estado parece estar en cada vez menor capacidad para la gestión ambiental tanto en lo que respecta a la planificación de servicios ambientales, como a la gestión de riesgos ante desastres socio-naturales. Las declaraciones de altos funcionarios gubernamentales asumen la naturaleza como un “enemigo” o como procesos impredecibles y desconocidos. En tal sentido el país es cada vez más vulnerable ante fenómenos naturales tales como fenómenos meteorológicos extremos (sequías, tormentas, períodos prolongados de lluvia, etc.). El Estado está en mora en el desarrollo de Planes de Adaptación al Cambio Climático.
Todo este grave proceso de degradación ambiental está relacionado con la toma de decisiones políticas y con las crisis sociales, económicas y sociales que estamos viviendo, las cuales se concretan en dos aspectos: por una parte, la demolición deliberada de la institucionalidad ambiental, que se evidencia en la destrucción del Ministerio del Ambiente y su transformación en un ministerio guiado por orientaciones políticas doctrinarias, intereses económicos y corrupción y no por razones técnicas, éticas o relacionadas con derechos humanos; y por otra parte, la contracción de las capacidades de control ciudadano de la gestión social. Esto último derivado de la grave crisis universitaria y de la ciencia nacional, así como de la reducción de las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil para hacer evaluación y contraloría de la gestión ambiental.
¿Qué le aconsejaría a una persona u organización que desee trabajar en este campo?
Aconsejaría a las organizaciones y personas que quieran desarrollarse como defensores de derechos humanos ambientales los siguientes aspectos:
Formarse. El tema de los derechos humanos y en particular el de los derechos humanos ambientales es complejo. Es un área en desarrollo que reúne aspectos provenientes del sistema internacional de derechos humanos, elementos técnicos ambientales, así como consideraciones jurídicas y éticas. Algunas de estos elementos aún están en proceso de desarrollo. Por ejemplo, los elementos relacionados con temas de derechos ambientales y la paz (o la guerra), derechos de especies no humanas y territorios, derechos relacionados con aspectos polémicos (por ejemplo, uso de organismos genéticamente modificados, conflictos entre derechos o entre derechos ambientales y la praxis política en temas de desarrollo de naciones). Por otra parte, el trabajo para la defensa de los derechos ambientales tiene principios, orientaciones, mecanismos y procesos particulares que no son una extensión de la actividad normal de las organizaciones dirigidas a la conservación ambiental, por tal razón también hay que formarse en estos temas.
Articularse. La situación actual es muy complicada y ninguna organización puede trabajar sin apoyo, cooperación e incluso protección de otras. Por ello, es importante, algo que pudiera llamar “entomológica”: crear redes, actuar como enjambre, y trabajar como hormigas.
Actuar y perseverar. El trabajo en temas de derechos humanos se define por la acción continuada. Es muy importante desarrollar planes de acción que permita avanzar, en tiempos difíciles pasito a pasito (baby steps).
¿Qué te inspira seguir con esta labor?
Personalmente trabajo con el enfoque que le dio Vaclav Havel a la esperanza “La esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido sin importar el resultado final”. Por otro lado, en el trabajo de defensa de derechos humanos, la acción realizada es simplemente un paso en una larga caminata, una procesión, dicen algunos, hacia propósitos que trascienden en el tiempo. La esperanza es en tal sentido, la obligación de seguir caminando, aunque se pueda estar seguro de que no veremos jamás el objetivo final, si es que este existe. Dijo Martin Luther King “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”.